Gafe a la griega

Casandra

Nuestra entrada semanal va referida a un personaje femenino de fuerte presencia en La Ilíada. No, no me refiero a Helena de Esparta, que también se las trae, sino a una auténtica protagonista de tragedia griega a la que negarse sexualmente a un varón le condenó de por vida: Casandra de Troya. Se le recuerda tristemente por ser una profetisa tomada por loca entre sus contemporáneos.

Seguramente si hablamos del magno relato de Homero, su nombre no os suene tanto como Aquiles, Odiseo o Héctor. A lo largo de la historia y hasta hace bien poco, las mujeres carecían del mismo reconocimiento que sus compañeros varones. Hay quienes defienden que eso se debe a que sus labores eran menos importantes. Excepto las amazonas, las mujeres no estaban bien vistas en el campo de batalla en aquellos tiempos y, como no derramaban sangre en épicos combates, parece que solo merecieran decorar las epopeyas, ¿verdad?

Sigue leyendo

La otra estatua de la libertad

Prometeo lleva el fuego a la humanidad, por H.F. Früger

Prometeo lleva el fuego a la humanidad, por H.F. Früger

Hoy, a petición de una persona a la que admiro mucho, os voy a hablar de un personaje mitológico fundamental para la Humanidad: el titán Prometeo. Es posible que hayáis oído hablar de él a lo largo de vuestra vida ya que participa en un par de mitos bastante conocidos. Pero tanto si os cuesta recordar de lo que hablo como si no tenéis ni puñetera idea de a quién me refiero, os ayudaré con ello. Sigue leyendo

El Cazador Cazado

 Youtube

He visto una luz,
hace tiempo venus se apago,
He visto morir,
una estrella en el cielo de orion.


Por las noches, cuando el cielo está limpio, me gusta contemplarlo. Además de mirar a la luna, que siempre me ha parecido el rostro de una persona sorprendida, miro las estrellas. Casi siempre visualizo a Venus o la que creo que es Venus, el astro más brillante en la noche desde La Tierra.

Me gusta reconocer constelaciones. No soy el más ducho en verdad pero me ilusiona ver a la Osa Mayor, a la Estrella Polar, y mi favorita: el Cinturón de Orión.

Orión es mi personaje mitológico favorito no solo porque sea capaz de reconocerlo en el cielo aunque también gana puntos por ello. Os lo puedo resumir en una única palabra: Artemisa. YAY!

Diana de Versalles, Sala de Las Cariátides, Louvre, París

¡Qué estilazo tiene, madre!

arco + mujer + guerrera + independiente = WIN

¿Y por qué Artemisa? Porque la última etapa de la vida de Orión está ligada emocionalmente a la de la diosa de la caza.

Pero empecemos por el principio.

Sigue leyendo

Ya es primavera…

... en el Corte Inglés

… en el Corte Inglés

Los comienzos de estación tienen un amplio abanico de celebraciones y reconocimiento de personajes míticos. Recientemente fueron Las Fallas de Valencia, un evento que comenzó siendo la quema de restos de madera por parte de los carpinteros como acto purificador y se ha convertido en todo un referente cultural. El hecho de que San José esté tan cerca del equinoccio no es algo casual, como tampoco lo es el día de Navidad o San Juan.

Los griegos de la Antigüedad tenían su propio mito para explicar el paso de las estaciones. Resulta que Zeus y Démeter, hermana de éste y diosa de la agricultura, tuvieron una hija que en principio se llamaba Core (hija en griego). Digo en principio porque actualmente se la recuerda con otro nombre: Perséfone. La joven era una muchacha dulce e inocente que no se metía con nadie y vivía feliz junto a su madre, lejos del Olimpo.

Sin embargo, un día que estaba recogiendo flores acompañada por un grupo de ninfas (algunos mitos también incluyen a Atenea y Artemisa), apareció Hades y la raptó. Su madre quedó tan consternada por no saber dónde estaba su hija que empezó a descuidar sus labores. Las ninfas, que no habían actuado en contra de Hades, fueron convertidas en Sirenas (las famosas sirenas de La Odisea). La tierra marchitó. Hécate, la diosa de la magia y las tinieblas, escuchó los ruegos de Démeter y le sugirió que hablase con el titán Helios, el conductor del carro dorado del Sol. Éste comunicó a la angustiada madre lo que había visto: cómo Hades apareció de repente, cogió a Perséfone y se la llevó al Inframundo.

El rapto de Proserpina, Gian Lorenzo Bernini, Galleria Borghese

El rapto de Proserpina, Gian Lorenzo Bernini, Galleria Borghese

Démeter furiosa pidió explicaciones a su hermano y Zeus se vio obligado a intervenir. La mayoría de familiares estaban de acuerdo en que Hades devolviera la joven a su madre; no así Hera, que veía su oportunidad de vengarse de la traición de su hermana al acostarse con su esposo. Zeus exigió a Hades el retorno de su hija pero existía un problema: nadie que comiera algo dentro del Inframundo podía salir de allí, su esencia quedaba ligada a aquel lugar para siempre. Perséfone había comido varias semillas de granada de un árbol que pertenecía al Inframundo, algunos dicen que engañada por Hades, otros que fue la propia Perséfone la que los comió a voluntad. En cualquier caso, Zeus resolvió que la mitad del año pasara la joven con su nuevo esposo y la otra mitad fuera del Inframundo.

Así pues, cuando llega la primavera, Démeter se alegra del reencuentro con su hija y la tierra florece y da fruto. Al llegar el otoño y marcharse la joven, la tierra se vuelve estéril.

A Perséfone se la reconoce como la Reina del Inframundo y, a pesar de su matrimonio con Hades, no llegó a tener hijos suyos. De ser una joven inocente y dulce se convirtió en una diosa que infundía temor. Durante su reinado en el Hades solo mostró clemencia una vez, cuando Orfeo suplicó recuperar a Eurídice.

Perséfone mantuvo una disputa con Afrodita. La diosa del amor buscaba un lugar donde ocultar a Adonis, un joven pastor del que se había enamorado perdidamente. Se lo entrega a la muchacha dentro de un cofre, pidiéndole que lo guardara y no lo abriera hasta que ella volviera a recogerlo. Pero a las mujeres griegas les pesa muchísimo la curiosidad (recuerden a Pandora o Psique) y, cuando Perséfone escuchó un llanto proveniente del cofre, decide abrirlo. Su sorpresa fue encontrar allí dentro a un bebé precioso. Tan atractivo le resultó que, cuando Afrodita insiste en que se lo devuelva, ella se niega.

El conflicto llegó a ser tan intenso que de nuevo Zeus se ve obligado a tomar parte. Algunos mitos, en cambio, dicen que la que tomó una decisión fue la musa Calíope (la madre de Orfeo). Adonis pasaría cuatro meses en compañía de Perséfone, cuatro meses en compañía de Afrodita y el resto con quien él quisiera.

La muerte de Adonis, Luca Giordano, Palacio Medici-Ricardi (Florencia)

La muerte de Adonis, Luca Giordano, Palacio Medici-Ricardi (Florencia)

Adonis sufre la muerte a manos de un jabalí, algo que en aquella época empezaba a ser costumbre entre los griegos. Hay quien dice que se trataba de una venganza de Artemisa contra Afrodita, o del propio Ares, amante de ésta (uno de los símbolos del dios es el jabalí). Afrodita convierte a Adonis en una anémona.

Volviendo a la primavera, el término surge de la combinación de dos palabras latinas.

Prima, que equivale a primer.

vera, de verdor.

Por tanto la palabra viene a significar el primer verdor, cuando las plantas tienden a germinar de nuevo.

Y el Óscar es para…

Eris en Simbad y la Leyenda de los Siete Mares (Dreamworks)

Eris en Simbad: la Leyenda de los Siete Mares (Dreamworks)

Cuenta la leyenda que la Discordia era hija de la Noche. La Noche, con mayúscula, era una señora que no necesitaba a nadie para procrear, como le pasaba a Gea, la Tierra, pero que precisamente por no necesitar a nadie y por ser tan oscura, sus hijos salían como salían: dementes totales.

Eris, que así se llamaba la Discordia para los griegos, había adquirido la habilidad de su madre para parir sin yacer con varones y trajo al mundo, entre otros, al Dolor, al Hambre, al Olvido y a la Pena. Junto a sus hijos disfrutaba creando malestar en todo bicho viviente.

Eran muchos los que la evitaban incluso cuando se trataba de celebrar un evento. Por ejemplo, la boda de Tetis y Peleo, los padres de Aquiles. Eris no fue invitada, y como le pasase a Maléfica en La Bella Durmiente de Disney, se enfadó y decidió vengarse. Cogió una manzana dorada, una de tantas del Jardín de las Hespérides, y grabó en ella «para la más bella» en griego. Luego la lanzó hacia los invitados a la boda.

Como no hay seres vivientes más orgullosos, presumidos e infantiles que los dioses, enseguida comenzaron los problemas:

– Esta manzana es para mí.

– No idiota, es para mí.

– No os peleéis que es mía, está grabado ahí mismo.

Y así podían seguir todo el día hasta que Zeus decidió que el que tenía que resolver el entuerto sería un mortal. El embrollo le tocó a Paris, príncipe de Troya, que tuvo que decidir si la manzana iba dirigida a Hera, Atenea o Afrodita. Cada una intentó chantajearle con lo que se le daba mejor:

Hera le ofreció poder político.

Atenea le ofreció cualquier tipo de sabiduría a su alcance.

Afrodita, en cambio, le prometió la mujer qué quisiera.

La última propuesta llegó al corazón del joven que estaba perdidamente enamorado de Helena de Esparta y vio la oportunidad de raptarla y poseerla. Helena por entonces estaba casada con el rey espartano Menelao y día sí día también era raptada por un hombre diferente.

El hecho es que este juicio trajo consigo una guerra cruenta entre griegos y troyanos bajo la excusa de devolver a Helena con los suyos. Una guerra que sería recordaba durante generaciones a través del relato épico de Homero en La Ilíada.

El Juicio de Paris, Peter P. Rubens, Museo del Prado.

El Juicio de Paris, Peter P. Rubens, Museo del Prado.

Existe otra versión que explica el trasfondo del asunto. La excepción de Eris en la boda de Tetis y Peleo no fue baladí. En esta versión, Eris es hija de Zeus y Hera (lo que podría explicar la relación tan complicada que mantenían ambos). Zeus se las ingenia para que Eris no sea invitada y se entere. Por cierto, obtener una manzana del Jardín de las Hespérides no es una tarea tan sencilla como coger fruta de cualquier árbol. Aquel jardín estaba bajo una vigilancia intensiva. Por tanto, Eris necesitó ayuda para obtener la manzana. Además, fue el propio Zeus el que decidió quién juzgaría el litigio entre las diosas, concediéndole la desdicha a Paris. Y es que Zeus venía viendo que la Humanidad estaba creciendo a pasos agigantados y no habría recursos suficientes para todos al cabo de unos pocos años. Para evitar tamaña desgracia, ¿qué mejor que solucionarlo todo con una guerra cruenta pero igualmente épica? Sí, vale, morirían chorropocientos mil hombres pero serían recordados igualmente a través de versos míticos. Que estando muertos no pudieran escucharlos era algo secundario.

El fruto del Edén, Artefacto Mágico, Assassins Creed (Ubisoft)

El fruto del Edén (artefacto), Assassins Creed (Ubisoft)

Siempre me he preguntado por qué la manzana tenía ese poso de traición y dolor en muchos de los cuentos que he leído. Por ejemplo, Blancanieves es tentada también con una manzana que le provoca la muerte (o un coma reversible, según versiones). Adán y Eva, son tentados para que coman de una manzana de un árbol específico del Paraíso bajo la excusa de que les hará más listos. A consecuencia de esto, son expulsados del Edén.

Conclusión, comer manzanas es malo. Te recomiendo que no comas ninguna en lo que resta de tu vida, no sea que algún dios la tome de nuevo con la Humanidad y sea el inicio de una nueva Guerra Mundial.

El príncipe de Tracia

El caballero Orfeo tocando su lira, Caballeros del Zodiaco (Anime)

El caballero Orfeo tocando su lira, Caballeros del Zodiaco (Anime)

Es curioso cómo crees conocer a alguien y cuando rascas un poco la superficie descubres que no sabías ni la mitad de lo que luego llegaste a averiguar. Así me pasó a mí con el célebre Orfeo. Es posible que hayas escuchado hablar de su gran habilidad con la lira y algunas de sus aventuras pero ¿las conoces todas?

A Orfeo se le emparienta con la musa Calíope, que representaba la elocuencia y la poesía épica (como la Ilíada o la Odisea), y Eagro, rey de los Tracios. Otras fuentes apuntan a que su padre fue Apolo, dios de la música (y de la medicina y de los deportes y de la profecía y…). Hay quien dice que simplemente mantuvo una relación amorosa con él. El dios llegó a regalarle su lira, uno de sus objetos más preciados.

Orfeo tenía un don para la música. Además de saber tocar instrumentos como nadie, modificó la lira para que tuviese nueve cuerdas, una por cada musa, e inventó la cítara. Tocando era capaz de amansar a cualquier ser vivo e incluso mover árboles y rocas. Pero Orfeo no solo destacó por sus dotes interpretativas. Desempeñó papeles de augur y profeta y también transmitió a la humanidad conocimientos de agricultura, medicina y escritura. En su nombre se instauraron los misterios órficos, que guardaban mucha similitud con el propio culto a Dionisio.

El héroe desempeñó también un papel fundamental entre los argonautas, una especie de Liga de la Justicia de la época. Cuando el navío pasaba cerca de la Bahía de las Sirenas y éstas comenzaron a cantar, Orfeo consiguió eclipsar su canto con su propia música, logrando que los marineros no enloquecieran y se ahogaran.

Sin embargo, la historia más conocida de éste es la que guarda relación con su esposa Eurídice. Ésta era una ninfa que, como muchos otras, se enamoró perdidamente de él al oírle tocar. El mismo día de su boda es raptada por Aristeo, un pastor rival de Orfeo, y mientras huye, pisa sin querer una víbora que le muerde el pie y le provoca la muerte. Su esposo, enloquecido por el dolor, decide traerla de vuelta del Inframundo.

Óleo de Orfeo suplicando por el regreso de Eurídice a los dioses del Inframundo

Óleo de Orfeo suplicando por el regreso de Eurídice a los dioses del Inframundo

Caronte, el barquero del río Aqueronte, accede a llevarle al otro lado después de que le hechice con una de sus canciones. También amansa a Cerbero, el perro gigante de tres cabezas que guarda las puertas del Hades. Incluso gracias a su lira consigue conmover a Hades y Persérfone, los reyes del Inframundo, para que dejen marchar a Eurídice de vuelta al mundo de los vivos. Sin embargo, existe una condición: que Orfeo camine delante de su esposa y no se vuelva a mirarla hasta que hayan salido de los infiernos y le toque la luz del sol.

El camino se hace largo y muy cerca del final, Orfeo no puede resistir la tentación de saber si Eurídice está bien y le sigue, así que vuelve ligeramente la cabeza para comprobarlo. El fantasma de su esposa se desvanece ante sus ojos. Orfeo regresa entonces e implora de nuevo a Caronte pero su hechizo musical ya no surte efecto.

Hay otras versiones que cuentan que los dioses no dejan que Eurídice se marche de allí, sino que le permiten verla una vez más para despedirse. Por lo visto, Orfeo es un cobarde porque no se quita la vida y baja a buscarla estando vivo. Me resulta curioso que se considere cobarde a alguien que sortea todos los peligros que el Inframundo representa para los vivos.

La barca de Caronte, José Benlliure. Valencia, Museo de Bellas Artes

El héroe se retira entonces a los montes Ródope y Hemo, en la cordillera de Los Balcanes, hasta su muerte. Parece ser que murió desmembrado pero no existe un acuerdo sobre quién o quiénes fueron los causantes. Unas versiones cuentan que fueron las Ménades, seguidoras de Dionisio, que se podrían equiparar a los seguidores ultras de cualquier equipo deportivo. Al sentirse despreciadas cuando se le insinuaron, le apedrearon y le despedazaron, desperdigando sus partes por diferentes lugares. Sí, lo sé, mujeres enloquecidas que al sentirse despechadas por un hombre, se toman la justicia por su mano y lo matan. ¡El mundo al revés!

Otras versiones también apuntan a las Ménades pero bajo el influjo del dios Dionisio. Se ofendió cuando Orfeo desdeñó su culto y mandó hacerlo matar.

Algunos apuntan a que terminó por suicidarse cuando vio que Eurídice dejaba de seguirle, o que un grupo de mujeres tracias lo mataron por considerarle causante del abandono de sus maridos. Por lo visto, durante su expedición con los argonautas, Orfeo obligaba a los hombres tracios a seguirle, lo que terminó por provocar su muerte.

Zeus colocó a la lira de Orfeo entre las constelaciones como recompensa por sus hazañas.

Existen muchas representaciones de la vida de Orfeo en la música, la pintura, el cine y la poesía. Sin duda, la más famosa de todas es la Ópera bufa de Jacques Offenbach: Orfeo en los Infiernos.

El complejo de Spiderman

Ron Weasley: "¿por qué arañas? ¿Por qué no podemos seguir mariposas?

Ron Weasley y sus fobias.

Reconozcámoslo, las arañas suelen caernos mal. Son de esas especies que cuando se descubre una cría, en lugar de soltar un ¡oh! sueltas una maldición. O un zapato. O ambos.

¿Pero qué culpa tienen las arañas de ser arañas? Los griegos de la Era Clásica se hacían muchas preguntas sobre cualquier cosa y una de tantas explicaciones pretendía resolver este misterio. Imaginad al típico niño espartano preguntando a su padre por qué las arañas van a sitios donde nadie las quiere y al padre pensando si debería darle un bofetón para que se haga un hombre o mandarle al exilio antes de que el resto de la población descubra la deshonra de un nuevo filósofo.

Como sea, los griegos llegaron a una sencilla explicación. La existencia de las arañas era culpa de la prepotencia de una mujer. Ya sabéis, si la culpa se la puedes endosar a una mujer, premio doble. Seguramente un griego clásico convencido diría que las arañas y las mujeres tenían bastante en común: todas tejían. Hasta ahí la similitud. Pero no dejemos que una mentira empañe una buena historia.

La primera mujer con sentido arácnido vivía en Lidia. Hija de un importante mercader, tenía mucha habilidad con el telar y hasta disponía de su propio taller. Muchos eran los que admiraban la destreza de la joven. El problema es que tanta admiración se le subió a la cabeza y terminó por volverse un tanto impertinente. Imaginaos un símil de Cristiano Ronaldo en la industria textil. Lo sé, dan ganas de bajarse del mundo.

Las diferentes versiones del mito concuerdan en que la joven, que se llamaba Aracne, terminó por retar a la propia diosa de la sabiduría y las artes, Atenea, a un concurso de tapices. En su momento debió de ser un evento tan importante como la Super Bowl. Ah, no, que participaban mujeres. Disculpad mi atrevimiento por la comparación entonces.

Atenea, muy ufana, representó su victoria ante Poseidón durante la competición por el patronazgo de Atenas pero Aracne, que pretendía ganar por goleada, bordó con todo lujo de detalle los errores que los propios dioses habían cometido a lo largo de su historia. Cabe destacar que la mayoría correspondían a  Zeus (ese es otro al que la grandeza se le subió pronto a la cabeza).

Atenea no llevaba muy bien que le leyeran la cartilla y estalló. Destruyó el tapiz de Aracne, incluso tras considerar que era igual o incluso mejor que el suyo.

Las hilanderas o La fábula de Aracne, óleo sobre lienzo, 220 x 289 cm, Madrid, Museo del Prado

Las hilanderas o La fábula de Aracne (Diego Velázquez), Madrid, Museo del Prado

Sobre el final de la historia existen un par de lecturas diferentes pero todas concluyen que es tras el juicio de Atenea que se produce la transformación de la joven.

De una de las versiones se obtiene que Atenea no podía dejar a Aracne salir triunfal. Sería como admitir que los dioses no eran superiores a los hombres. Por eso, como castigo le convierte en araña. Es decir, Aracne no ha perdido el concurso pero se ha extralimitado con su humillación a los dioses y le toca ser humillada. Como le pasa a la serpiente en el mito de Adán y Eva, también la araña será rehuida por el ser humano, destinada a hilar e hilar sin descanso.

Otra versión comenta que Atenea sencillamente destruye el tapiz por orgullo. Es una diosa que no puede admitir que ha sido superada por nadie, menos por un mortal; busca un defecto en el trabajo del otro y se conforma con eso. ¿Autocrítica divina? ¿Eso qué es? Aracne, pasada la euforia de su victoria, se da cuenta de lo que ha conseguido y, llena de miedo, se ahorca. Entonces Atenea se compadece de ella y la transforma en araña, para que tenga una segunda oportunidad.

Ni qué decir tiene que cualquiera de las opciones es cruel con la muchacha. Los dioses no solían conceder segundas oportunidades a nadie (por eso de intentar prevenir una sublevación de las razas inferiores) y cuando lo hacían rara vez solía ser para mejor.

No es el único mito del que se extrae que nunca un mortal podría equipararse a una divinidad. Tanto en la cultura grecolatina como en otras, existen muchos mitos que castigan la osadía de retar a los dioses (Adán y Eva, la Torre de Babel…) No porque logren su objetivo realmente sino porque se intenta cambiar el orden de los estamentos y eso es algo que ninguna divinidad que se considere como tal puede tolerar.

Como seguramente habéis supuesto, del nombre de la joven surgen diversas palabras que guardan referencia con su transformación. Aracnofobia (el miedo a las arañas) o arácnido (especie animal) son algunas de las más conocidas. La especie arácnida tiene bastante importancia en las mitologías que aparecen durante la Era Antigua.

La mitología y yo

constelacion_orion

Una representación pictórica de la constelación de Orión

Lo primero que quiero decir es que no soy un experto en Cultura Clásica. No soy licenciado en Historia Antigua, Arqueología… ni siquiera Historia del Arte. Simplemente soy un apasionado de los mitos griegos desde que tengo uso de razón.

Muchas veces he sentido la necesidad de contar algo. Cuando era más joven todo el mundo me decía que tenía que escribir, que se me daba muy bien. Entonces me parecía increíble sufrir pánico ante una hoja en blanco, siempre sentía que podía comenzar por cualquier cosa que se me pasara por la cabeza.

Con el paso de los años, entre el apuro y la falta de dedicación, siento que esa facilidad se me escurrió de entre los dedos. Ahora sí le temo a la hoja en blanco; tanto que por no sufrirla durante todo este tiempo me he ido convenciendo que escribir no era tan importante, que tal vez no fuera lo mío, que mejor gastar el tiempo en otras cosas que me proporcionaran una satisfacción más inmediata.

Sin embargo, no puedo dejar de sentir un regusto amargo, una especie de sentimiento de culpabilidad por no vencer al temor y darle la vuelta. Más aun cuando leo a amigos míos que a pesar del mismo miedo, se esfuerzan y disfrutan mientras escriben. Es por eso que en un día como hoy, cansado de luchar con mí mismo, decido agarrar al toro por los cuernos cual Heracles cabreado con el mundo, y retarme a escribir una entrada en un blog (este mismo) una vez a la semana.

Aquí es cuando entra en juego la Mitología. Hablar de mitología grecolatina es algo que podría estar haciendo horas y horas sin cansarme. Probablemente vosotros os cansaríais antes de oírme divagar sobre la bondad o la importancia de esta o aquella divinidad. No os lo reprocharía, ni soy buen orador ni suelo apoyarme en héroes mayoritarios. En cualquier caso, la mitología es ese tema que, a pesar de ser una recopilación de historias de hace miles y miles de años, y tal vez precisamente por eso, me apasiona tanto que a veces siento que es real y que el cuento es mi propia vida. ¡Tan atrayente resulta para mí!

Antes de terminar con este intento de introducción breve, quiero repetir que no soy un experto, sólo un humilde entusiasta. Si perdonáis algún que otro desliz que pueda cometer, prometo recompensaros con una lectura amena y más de una sonrisa.